#7

#13

Me pongo la camisa que me regalaste,
presa del entusiasmo de tus ojos.
Un buen momento atado a la tinta y unas fibras:
fue como que volábamos
y ahora es como humo saliendo de la herida.

Un recuerdo estampado en algodón.

Sin agua no había marca.
Sin marca no había mundo.
Crucé el umbral y me eché,
con los pies empapados del Rubicón.
Me oliste como un tapir
y destripaste como un jaguar.

Volvimos a mi continente.
No obstante,
mi corazón siguió rebotando en unas escaleras
hasta convertirse en polvo.

#14

Termino los poemas a la rápida,
igual que quien se seca el llanto con rubor
y arrinconado por tus caricias
al final me doy cuenta:
el mundo era una mierda antes de que nos conociéramos.

Entonces jugueteo con los botones
y depredo el deseo
que todavía se esconde en las rendijas de tus iris.

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